Espera a sentir hambre antes de comer. Cuando sientas que te alejas de tu plan de alimentación, aprende a cómo encontrar tu fuerza interior para mantenerte en el camino correcto.
No es sorpresa que para muchas personas que hacen dieta les resulte difícil seguir un plan de alimentación. “Sería mucho más fácil si no saliera ni viera a nadie”, me dijo un paciente recientemente. “Es muy difícil seguir una dieta cuando existe mucha presión para comer de más”, me dijo.
La lucha contra las ganas de comer es una queja común entre las personas que se esfuerzan por hacer dieta. Y, no es tanto la presión interna de sentir hambre constantemente, sino que es la presión externa lo que puede ser la perdición.
Cuando la presión externa llama, es de mucha ayuda entender cuáles son estas presiones y cómo puedes recurrir a tu fuerza interior para alejarlas. Y como sucede con cualquier “ejercicio de resistencia”, poco a poco desarrollarás el poder de tomar control de las comidas, de seguir tu plan alimenticio y de permanecer en el camino al éxito.
La disponibilidad de comidas tentadoras es una de las fuerzas más poderosas que nos presionan a comer. Dondequiera que vamos, parece que hay comidas, hasta donde menos lo esperamos. En mi tintorería tienen una bandeja de galletas sobre el mostrador, mi banco ofrece café y donas y mi farmacia tiene una canasta de caramelos gratis sobre el mostrador. Yo no quiero ni necesito nada de esto, pero puedo ver cuán fácil es consumir estas calorías sin pensarlo… simplemente porque están ahí.
Usa tu fuerza interior para rechazarlo.
Cuando encuentras comida en lugares inesperados, recuerda el motivo principal por el que fuiste a dicho lugar. Fuiste al banco para hacer un depósito, no porque estabas buscando un bocadillo. Cuando veas comida de forma inesperada, hazte la siguiente pregunta: ¿tengo hambre? Si estos alimentos no hubiesen aparecido, ¿hubiera pensado en comida? ¿Caminaría una cuadra para obtenerlos? El tomarte un momento para considerar la tentación debería de evitar a que cedas.
Las situaciones sociales nos dan más presión a la hora de comer. Cuando comes en grupo, existe la presión de “no quedarte atrás” y comer lo que los demás comen, aunque estos alimentos no estén dentro de tu plan. Cuando estás con amigos para bebidas, no sólo es la presión de las bebidas sino que también de comer alimentos grasosos del bar. Con los familiares, puedes sentir la presión de “mostrar agradecimiento” al comer más de lo previsto.
Cuando te encuentres dentro de situaciones sociales que puedan representar un problema, toma un momento para recordar que tú estás en control de lo que consumes. Piensa en tu plan alimenticio, y decide por adelantado lo que tienes que hacer para que esta situación social funcione para ti. Puedes mostrar tu fuerza interior ordenando primero cuando sales a cenar con otras personas, y determinando tu límite de bebidas y alimentos antes de que comience la hora feliz. Con familiares insistentes, déjales saber que la comida está deliciosa, pero recuérdales amablemente que estás controlando la cantidad de calorías que consumes.
Una vida ocupada y estresante puede crear emociones y sentimientos negativos que pueden llevarnos a comer, cuando en realidad no es la intención. Podemos acudir a comidas reconfortantes cuando nos sentimos estresados o con ansias, o utilizar los bocadillos como un entretenimiento al estar aburridos.
Muchas personas usan las comidas como una distracción para emociones negativas. Aunque el placer sea usualmente pasajero, y por lo general seguido de otra emoción negativa: sensación de culpabilidad. En vez de acudir a los alimentos, toma unos minutos para enfocarte en tu interior. Cierra los ojos y enfócate en la respiración, manteniéndola despacio y constante. Al encontrar tu fuerza interna puedes aprender a experimentar la emoción, sin ser juzgado, y deshacerte de la misma. Solo unos momentos de tranquilidad pueden ser suficientes para que no actúes por impulso y evites comer algo de lo que puedas arrepentirte.
No es sorpresa que para muchas personas que hacen dieta les resulte difícil seguir un plan de alimentación. “Sería mucho más fácil si no saliera ni viera a nadie”, me dijo un paciente recientemente. “Es muy difícil seguir una dieta cuando existe mucha presión para comer de más”, me dijo.
La lucha contra las ganas de comer es una queja común entre las personas que se esfuerzan por hacer dieta. Y, no es tanto la presión interna de sentir hambre constantemente, sino que es la presión externa lo que puede ser la perdición.
Cuando la presión externa llama, es de mucha ayuda entender cuáles son estas presiones y cómo puedes recurrir a tu fuerza interior para alejarlas. Y como sucede con cualquier “ejercicio de resistencia”, poco a poco desarrollarás el poder de tomar control de las comidas, de seguir tu plan alimenticio y de permanecer en el camino al éxito.
Tres fuerzas externas que pueden destruir tu dieta y cómo rechazarlas
Fuerza externa #1: Comidas tentadoras por doquier.
La disponibilidad de comidas tentadoras es una de las fuerzas más poderosas que nos presionan a comer. Dondequiera que vamos, parece que hay comidas, hasta donde menos lo esperamos. En mi tintorería tienen una bandeja de galletas sobre el mostrador, mi banco ofrece café y donas y mi farmacia tiene una canasta de caramelos gratis sobre el mostrador. Yo no quiero ni necesito nada de esto, pero puedo ver cuán fácil es consumir estas calorías sin pensarlo… simplemente porque están ahí.
Usa tu fuerza interior para rechazarlo.
Cuando encuentras comida en lugares inesperados, recuerda el motivo principal por el que fuiste a dicho lugar. Fuiste al banco para hacer un depósito, no porque estabas buscando un bocadillo. Cuando veas comida de forma inesperada, hazte la siguiente pregunta: ¿tengo hambre? Si estos alimentos no hubiesen aparecido, ¿hubiera pensado en comida? ¿Caminaría una cuadra para obtenerlos? El tomarte un momento para considerar la tentación debería de evitar a que cedas.
Fuerza externa #2: Presión de familiares y amigos.
Las situaciones sociales nos dan más presión a la hora de comer. Cuando comes en grupo, existe la presión de “no quedarte atrás” y comer lo que los demás comen, aunque estos alimentos no estén dentro de tu plan. Cuando estás con amigos para bebidas, no sólo es la presión de las bebidas sino que también de comer alimentos grasosos del bar. Con los familiares, puedes sentir la presión de “mostrar agradecimiento” al comer más de lo previsto.
Usa tu fuerza interior para rechazarlo.
Cuando te encuentres dentro de situaciones sociales que puedan representar un problema, toma un momento para recordar que tú estás en control de lo que consumes. Piensa en tu plan alimenticio, y decide por adelantado lo que tienes que hacer para que esta situación social funcione para ti. Puedes mostrar tu fuerza interior ordenando primero cuando sales a cenar con otras personas, y determinando tu límite de bebidas y alimentos antes de que comience la hora feliz. Con familiares insistentes, déjales saber que la comida está deliciosa, pero recuérdales amablemente que estás controlando la cantidad de calorías que consumes.
Fuerza externa #3: La presión de la vida diaria provoca que comas como escape emocional.
Una vida ocupada y estresante puede crear emociones y sentimientos negativos que pueden llevarnos a comer, cuando en realidad no es la intención. Podemos acudir a comidas reconfortantes cuando nos sentimos estresados o con ansias, o utilizar los bocadillos como un entretenimiento al estar aburridos.
Usa tu fuerza interior para rechazarlo.
Muchas personas usan las comidas como una distracción para emociones negativas. Aunque el placer sea usualmente pasajero, y por lo general seguido de otra emoción negativa: sensación de culpabilidad. En vez de acudir a los alimentos, toma unos minutos para enfocarte en tu interior. Cierra los ojos y enfócate en la respiración, manteniéndola despacio y constante. Al encontrar tu fuerza interna puedes aprender a experimentar la emoción, sin ser juzgado, y deshacerte de la misma. Solo unos momentos de tranquilidad pueden ser suficientes para que no actúes por impulso y evites comer algo de lo que puedas arrepentirte.
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