Seguramente te ha sucedido más de una vez: Estás muy decidido para cambiar de hábitos, empiezas muy bien, pero poco a poco te desmotivas y al final no lo consigues.
Modificar nuestras rutinas e implementar otras no es cosa fácil. Y lo peor es que con frecuencia adquirimos hábitos nocivos, que no sólo no nos benefician en nada, sino que nos alejan cada vez más de lo que realmente deseamos lograr.
La buena noticia es que hay manera de revertir este problema y encaminarte por el camino correcto. Como dice el dicho: “Una meta sin un plan, es solo un sueño”, así que lo que necesitas es organizarte de la forma correcta para que logres cambiar de hábitos.
En este artículo te decimos cómo puedes lograrlo.
Elige un objetivo
Lo principal es tener claro qué es lo que deseas conseguir y por qué. Toma pluma y papel y escribe todo: Hacer ejercicio con regularidad,
comer más sano, meditar, levantarte más temprano, pasar más tiempo en familia, etc. Después elige uno y enfócate en él. Con frecuencia queremos hacer muchos grandes cambios a la vez, lo cual es la fórmula ideal para fracasar. Es mucho más sencillo ir por partes, y una vez que has logrado con éxito implementar un hábito, pasar al siguiente.
Divide tu objetivo en pequeñas metas
No caigas en el error de querer empezar a lo grande, porque será más complicado. Si por ejemplo, planeas hacer ejercicio todos los días durante todo el año, la primera semana que falles te sentirás muy desmotivado. Es mejor plantearte metas semanales y realistas, lo que renovará tu entusiasmo con frecuencia, cada que logres tu objetivo una semana más.
Con cada pequeño logro que tengas, la motivación aumenta y tus probabilidades de tener éxito a largo plazo se incrementan enormemente.
Lleva un seguimiento gráfico
Es muy fácil perder la noción de los días y de las actividades diarias. La única manera de tener muy claro lo que haces y lo que no, es llevando un seguimiento. De preferencia, visual. En un calendario, en papel o en computadora o teléfono, lleva un control de los días en que cumples con ese nuevo hábito. Eso te ayudará a darte una palmada en la espalda cuando lo has hecho bien, y a corregir el rumbo cuando estás fallando. Si no llevas un control, no sabrás ni cuándo comenzaste a abandonar, y te darás por vencido.
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